Los grupos de interés

Por Eric Duport Jaramillo

Creer que como dueños de las empresas tenemos la facultad de tomar cualquier decisión, sin considerar que alrededor de la organización existen una serie de individuos e instituciones que dependen en cierto modo de nuestras actuaciones, es desconocer que el mundo ha cambiado y que hoy, más que nunca, se hace evidente la teoría de la causa y efecto.

El año pasado, por ejemplo, a raíz del escándalo de los papeles de Panamá, se vio involucrada por manejos financieros presuntamente irregulares, la accionista mayoritaria de una reconocida empresa de recaudo de servicios públicos, lo que generó que las Empresas Públicas de Medellín E.P.M, basada en su política de cero tolerancia frente al fraude, la corrupción y el soborno, le cancelara el contrato de recaudo de sus facturas, el cual movilizaba cerca de mil millones de pesos diarios.

La decisión de esta accionista, junto con algunos funcionarios de la empresa, incidieron en el inicio de una investigación que, sin duda, como lo acabo de explicar, tuvo una seria consecuencia económica. Pero, si analizamos el impacto que tuvo esa decisión sobre los clientes de la empresa recaudadora, podemos ver cómo, estas personas que en cualquier esquina encontraban un establecimiento de comercio a la mano para el pago de sus facturas, tuvieron que buscar otros medios para poder cumplir con su obligación.

En casos similares, hemos visto empresarios tomando decisiones irresponsables que ponen en peligro, sin siquiera pensarlo, la estabilidad de personas cercanas que dependen de ellos. Los empleados, por ejemplo, son los que primero pagan las consecuencias de malas decisiones empresariales, pues antes de sacrificar sus utilidades, muchos empresarios están dispuestos a prescindir de sus colaboradores. Cuando esto sucede, generalmente debemos pensar que, por cada trabajador despedido, se afecta a su círculo familiar, compuesto en promedio por tres personas.

Por otro lado, dejando de lado lo que cada uno piense sobre el manejo de los recursos del Estado, es importante entender que, malas decisiones, llevan a que empresas desaparezcan o entren en dificultades financieras que perjudican seriamente el recaudo de impuestos. Esta situación impacta en el desarrollo económico y social de un país o de una región, que se traduce necesariamente en una afectación para la comunidad.

Los proveedores son otros perjudicados en todo este efecto dominó, cuando sus clientes entran en cesación de pagos o en insolvencia, obligándolos al mismo tiempo a tomar medidas de choque que tienen consecuencias similares a las que acabamos de mencionar. Y como ellos, los bancos o financiadores externos no se escapan a esta situación, teniendo que recurrir a recuperar las garantías, lo que ahoga aún más la difícil situación del empresario que ve cómo todas las puertas se cierran en sus narices.

Finalmente, están los accionistas minoritarios, quienes, con un limitado control sobre el manejo de la empresa, pierden su inversión, tal como sucedió en el sonado caso de Enron en los Estados Unidos a comienzos de la década pasada.

Los grupos de interés, son sin duda alguna, la razón de ser de las organizaciones empresariales y cada una de las decisiones que allí se tomen, deben contemplar el impacto, tanto positivo como negativo que les puede generar. Hoy, más que nunca, podemos decir sin equivocarnos que las empresas ya no les pertenecen únicamente a sus dueños, lo que obliga a cuestionar si esta nueva realidad hace parte de la conciencia del empresario que se la pasa el día entero, resolviendo sus propios problemas.

eduport@duportabogados.com

Imagen tomada de: https://moisesruizgarcia.wordpress.com/tag/grupo

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