El reto de la incorporación de los hijos en la empresa de familia

El reto de la incorporación de los hijos en la empresa de familia
Por Eric Duport Jaramillo

En la vida de un padre, fundador de una empresa familiar, existe el gran anhelo de ver a sus hijos trabajando en la empresa y manteniendo el legado de emprendimiento, esfuerzo y dedicación que él mismo le ha dedicado durante décadas al negocio.

Resulta que la incorporación de los hijos a la empresa es el resultado de su valiente esfuerzo por sacar adelante a su familia a través de la empresa que con buen tino ha dirigido durante toda su vida. Ese es tal vez uno de los momentos más importantes en la vida de este luchador, puesto que con la llegada de sus hijos, inicia una nueva etapa en la prolongación de la vida de la empresa.

Eso que suena a cuento de hadas, generalmente se convierte en historia de terror porque en el mundo de las empresas, y más aún en las familiares, no basta con soñar con esos momentos futuros, sino que se debe preparar el camino con suficiente anticipación para que las piezas encajen en los momentos indicados.

La preparación de ese momento inicia desde la niñez cuando se invita a los hijos durante sus vacaciones del colegio a conocer la empresa, a contar tornillos, a sentir texturas, a maravillarse como lo hace un niño, con las cosas que hace su papá cuando está en el trabajo. Esos primeros momentos definen muchas veces ese sentimiento de orgullo por la figura paterna y por la empresa que el mismo dirige.

Más adelante, en las vacaciones de la universidad, la empresa se convierte en un dinamizador del conocimiento de lo aprendido en clase. Si esos espacios se trabajan con planeación y los hijos se dejan a cargo de tutores que les enseñan y les permiten compartir ideas y experiencias, su vinculación emocional con la empresa será aún mayor.

Con el título universitario, se corre el peligro de creerlos preparados para dirigir. Es por esa razón que se recomienda que los hijos adquieran experiencia en otras empresas, en otros sectores económicos e incluso en otras ciudades y países, para que su crecimiento profesional e intelectual se fortalezca. De lo contrario, tendremos jóvenes inexpertos, hijos del dueño de la empresa, con licencia para creerse dueños de la noche a la mañana.

Cuando se evitan esos pasos y se vive con el deseo, la llegada de los hijos a la empresa se da en cargos que no estaban creados previamente en el organigrama, con funciones supervisadas directamente por el padre y con casi ninguna capacidad de mando o liderazgo. Esa situación, además de ser inconveniente para la empresa, genera roses al interior de la misma y lo que es más preocupante, deteriora la relación del padre con el hijo al no definirse la relación jefe – subordinado.

Eso que comienza mal tiene pocas probabilidades de que mejore, incentivando a que los hijos busquen otro tipo de alternativas laborales por fuera de la empresa familiar o crea hijos dependientes de las acciones y decisiones de su padre, con baja autoestima y con una limitada capacidad de liderazgo que pone en peligro precisamente el deseo del padre de preservar su legado a través de la empresa familiar.

Historias como esta se ven todos los días en el mundo de las empresas de familia; no en vano el dicho español: “Padre fundando, hijo gastando, nieto mendigando”.

1win 1win 1win melbet megapari megapari